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Anécdota apertura Aguachica

A lo largo de la historia de Crezcamos hemos tenido la oportunidad de vivir experiencias que nos dejan anécdotas muy interesantes que hoy por hoy seguimos recordando con gran cariño, pero tal vez lo más gratificante para nosotros como empresa es el hecho de que las mismas personas las sigan nombrando y permanezcan en la memoria colectiva de comunidades en donde hacemos presencia y a las que hemos podido llegar con nuestros productos y servicios financieros. 

Hay casos tan puntuales como los que se refieren a la manera en que despertamos interés o curiosidad en la gente cuando hacemos la apertura de nuevos puntos u oficinas, pues llegamos con un mensaje diferente, porque como organización somos diferentes y queremos que la gente lo sepa y lo vea de esa manera.

Hace algún tiempo, luego de la gran acogida que tuvo un proyecto piloto de microfinanzas, que inició con la misión de ofrecer a la gente la posibilidad de acceder a servicios de crédito y quienes hasta el momento no tenían acceso a la banca tradicional, dimos un mensaje distinto, un mensaje tan contundente e innovador que hasta el día de hoy es aun recordado con gracia y afecto. Tal vez este es el ejemplo perfecto que da muestra del dicho que reza “Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”; y justamente así fue y sigue siendo.

Fue en el año 2006 en el municipio de Aguachica, Cesar; Fundacoop era una organización que buscaba llegarle a la gente con un servicio diseñado a la medida de microempresarios que nunca habían tenido servicios bancarios; allí surgió entonces la primera pregunta: ¿Cómo comunicarle a la gente que puede acceder a un servicio que nunca imaginó tener? El reto era tan grande como tratar de cambiar un paradigma para empezar a ver las cosas desde otra perspectiva. Fue así como nació un personaje amistoso y bonachón que personificó y humanizó los servicios financieros para que personas con negocios independientes empezaran a formar su vida crediticia en pro del crecimiento de sus negocios. Ese era “Don Abundio”, un hombre alegre y generoso que llegó con la intención de “dar un empujoncito” a la gente de Aguachica y así lo hizo.  La gente sintió tanto apego por este personaje que lo consideraban real, e incluso iban a preguntarlo a la oficina para agradecerle su ayuda, porque suponían era el dueño de la empresa.

Nuestros colaboradores cuentan un sin fin de historias alrededor del impacto que tuvo “Don Abundio” y muchos incluso  llegaban con gracia diciendo que  le seguían el juego a la gente diciendo que eran parientes de él,  y aun hoy nuestros analistas cuando se presentan como miembros de Crezcamos reciben como repuesta un cálido:”ahh eso es lo de Don Abundio” y ellos sonríen mientras asienten con la cabeza.

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