Lucila Ofelia Mariano nació en Barranquilla y vive en Chibolo hace 27 años. Su espíritu luchador y ambicioso la ha convertido en comerciante, modista y especialista en belleza.
Cuando sus padres se separaron, su madre decidió trasladarse a este municipio del Magdalena colombiano, que cuenta con un poco más de 16 mil habitantes, y Lucila decidió acompañarla.
La separación de sus padres hizo que Lucila abandonara su natal Barranquilla y el conflicto armado colombiano la obligó a salir de Chibolo cuando la guerra recrudecía fuertemente en esta región del país. “Yo era comerciante y vivía en una finca con mi esposo, el papá de mis hijos, tenía como 20 años, más o menos por el 2.002. Esa en la que vivíamos la cogieron como centro de apoyo y encuentro cuando el conflicto colombiano era nuestro pan de cada día. Allá llevaban las personas que cogían y las torturaban y nos tocó salir”.
En ese momento Lucila comercializaba oro. “Me cogieron en la vía de La Estrella – Chibolo y me quitaron la mercancía que llevaba, que eran como $18 millones, desde ahí salí de la finca pero entonces comenzaron a matar a la gente de acá del pueblo y me tuve que ir para Barranquilla. Gracias a Dios no nos pasó nada porque nos fuimos, pero en Barranquilla tuvimos que pasar muchas necesidades, vivíamos en un barrio muy pobre y peligroso al sur de la ciudad, se llama Las Malvinas y quedaba por la cárcel del Bosque. Estando yo sentada en la puerta de mi casa mataron a un señor que vivía diagonal a nosotros y nos amenazaron a todos, de allá también nos desplazaron, yo fui desplazada dos veces”.
Desesperada, Lucila decidió volver a Chibolo porque escuchó que ya se había calmado un poco la violencia, pensó que era su mejor oportunidad porque ahí la gente conocía su trabajo y su honestidad. “Empecé a comercializar productos nutricionales Omnilife y me encontré con Crezcamos, Wilmer, mi Ejecutivo Comercial, me ayudó a que me saliera el crédito y he vuelto a nacer, me ha ido muy bien gracias a Dios”.
Lucila cuenta que Wilmer le explicó qué era Crezcamos, cuánto eran los intereses de los créditos y qué podía hacer con ese dinero: “Me dijo cómo podía empezar y decidí probar, hice la solicitud de mi primer crédito por $3 millones. Gracias a eso en el pueblo ahora soy punto clave porque mi trabajo es armar una red de mercadeo y uno gana por la gente que inscribe y yo soy la líder de esta red. Me he capitalizado con eso. Tenía cinco cuotas pagas cuando Crezcamos me dio la oportunidad de capitalizarme más con otro crédito y hace poco me dieron el aval de $6 millones 800, pago siempre puntual para poder progresar aún más. Me ha ido muy bien, excelente”.
Lucila, feliz por su situación actual y agradecida porque la vida le ha dado una nueva oportunidad, confiesa que “el secreto ha sido no coger el dinero para pagar compromisos ni salir de deudas. He invertido lo que recibo y lo primero que hago es sacar la cuota de Crezcamos de los ingresos que me genera la inversión del crédito, lo que me queda los distribuyo en mis gastos. El secreto ha sido no gastarme la inversión y vivir de lo que me gano gracias al Crédito que me hizo Crezcamos”.